Más allá de las consideraciones políticas, religiosas y ancestrales, las drogas son perjudiciales, son dañinas para el ser humano, son la puerta de acceso a mundos oscuros y sin retorno.
Para una sociedad como la nuestra es muy peligroso normalizar el uso de las drogas, es arriesgado permitir su consumo recreativo abiertamente todo por cuenta de la estigmatización. Creo que no es el argumento, creo que debemos velar por proteger a nuestros niños y jóvenes y que el Estado debe invertir con la puesta en marcha de políticas públicas integrales que frenen el alto consumo de estupefacientes en nuestro país.
Legalizar la venta de cannabis es fortalecer las cadenas de tráfico y ponerlas a competir indiscriminadamente en las calles y los puntos de venta. Es permitir el acceso a los jóvenes sin discriminación de edad. Es apagar con fuego una guerra que arde en todas las ciudades, que se sale de control y que causa muerte y desolación.
Permitir tal cambio en el ordenamiento jurídico, generará zozobra, desconfianza y desencadenará conflictos a gran escala entre los actuales distribuidores ilegales y lo nuevos comerciantes, que seguro llegarán con todo tipo de estrategia a dominar el mercado. Un mercado que representa cientos de miles de millones de pesos que hará que se defiendan armados hasta los dientes por el dominio de los territorios y de los adictos.
Otro problema que no tendrá punto de retorno es el escalonamiento en los números de consumidores. Todo tipo de ofertas, promociones y marketing se conjugarán para acercar a todos los jóvenes y público en general al consumo de marihuana. ¿Se imaginan los comerciales a través de televisión en horarios triple A, en periódicos y en las penetrantes redes sociales? La cantidad de menores de edad que incautos y atrapados por la publicidad van a ser potenciales consumidores, no tendrá estadística comparable. Después de probar las drogas el camino por experimentar nuevas sensaciones no cesará y tendremos consumidores de todo tipo de alucinógenos sintéticos y peligrosos.
No se puede sacrificar la salud y la vida de las personas por un tema comercial o por una postura política incorrecta. La lucha contra las drogas ha sido un fracaso monumental pero no podemos crear una cura más grave que la enfermedad. Legalizar es condenar nuevamente a la sociedad, es condenar a nuestros jóvenes al fracaso y al vicio, es acabar con el futuro, por ideologías nocivas, tan nocivas como las drogas.