Durante décadas la violencia en el Tolima se vivió de la manera más horrenda, masacres, muertos, extorsiones, reclutamientos de menores, secuestros, extorsión y los crímenes más atroces tuvimos que padecer los tolimenses, violencia venida de todos lados y con múltiples actores, pero no menor al también horrendo abandono del Estado, algunos tolimenses nos han dicho que sufrían más por el abandono del Estado, que por la violencia.
Esos territorios no solo estaban teñidos del rojo de la sangre, sino del rojo de un partido dominante para la época que con la retórica vacía y las promesas incumplidas iban y se comían las gallinas y los cerdos en épocas electorales aprovechando la buena fe y la inocencia de ciudadanos y campesinos que esperanzados creían y votaban por ellos. Para algunos ejemplos, recuerdo la primera vez que fui a Planadas tardamos 16 horas en llegar, recuerdo el clamor campesino por encontrar soluciones que transformaran sus vidas, encontramos el café, potenciamos el proceso asociativo, entregamos laboratorios, marquesinas, asistencia técnica, capacitación y todo lo necesario para que hoy desde allí se produzcan y comercialicen los mejores cafés del mundo, recuerdo también como abordamos con entereza y de manera contundente la anarquía, corrupción, déficit de más de 27 mil millones de pesos, nepotismo y demás actos aberrantes que ejercía el partido liberal en la Universidad del Tolima, donde aumentamos las trasferencias, eliminamos cargos suntuosos y onerosos, fortalecimos la investigación, iniciamos la gratuidad educativa y proyectamos un alma mater de calidad académica, como olvidar que en esos gobiernos rojos, aumentaban a rojo la deuda social, recuerdo que nombraron en el Hospital Federico Lleras, un administrador agropecuario y se suscitó un gran escándalo por el concurso para proveer gerentes a los hospitales de segundo nivel, hoy gracias a un gran trabajo de varios gobiernos, tenemos uno de los hospitales más eficientes y de mejor servicio del país, al igual que la red hospitalaria de segundo nivel y que no hablar de los cientos de kms de vías rurales y urbanas que hemos intervenido, faltando muchas más, es que el abandono era total.
“Sepulcros blanqueados por fuera, pero que por dentro están llenos de carroña e inmundicia” “ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”, esa es la doble moral de quienes solo tienen el insulto y la maledicencia como argumento.