El viernes santo tuve la oportunidad de asistir a varias reuniones, una de ellas motivo de la celebración de mi cumpleaños donde me encontré con amigos de la vida y de la política, antes de llegar llamé a mi mamá, quien cumplió 90 años, en la conversación con ella pensaba con tristeza, como la vida de a poco se nos va yendo y quedan los recuerdos sobre lo que hicimos y dejamos de hacer.
Jesús vino a dar la vida por nosotros, en nuestra fe cristiana recordamos la pasión y muerte del salvador, como el inmenso amor que nos tiene, en la resurrección la prueba grande de su divinidad; circunstancias que permitieron que la historia de este Dios humanado, su vida y obra, se extendieran por todo el mundo. Hoy tenemos una profunda crisis de principios y valores, en la familia, en el trabajo, en la sociedad, el mercantilismo nos hace instrumentos de consumo, nos consume, llevando a esta y las nuevas generaciones a espacios de individualismo, deshumanización, falta de solidaridad y empatía.
Somos en mayoría víctimas simpatizantes de nuevos modelos del mercado y de la tecnología, seres humanos con actitudes irreconciliables y de confrontación permanente. Colombia y su espiral de violencia no cesa, permanentemente migra o evoluciona a otros escenarios o a otras formas de manifestación, no se escuchan razones, solo se ejercen posiciones, así el contrario tenga la razón, no se asume por el solo hecho de ser mi contrario, no reconocemos al otro como un hermano, lo evaluamos siempre desde la perspectiva simple de su ideología, sin establecer como criterio que la convivencia se da entre diferentes.
Colombia avanzará cuando respetemos al otro y sus diferencias, cuando depongamos los intereses particulares sobre los de todos, no podemos seguir privilegiando los intereses de unos pocos. La equidad como modelo económico y social, debe ser el imperativo para cada reforma y cada transformación, la democracia debe fortalecerse y este fortalecimiento, debe fundarse en el poder que dan los argumentos y los hechos a los ciudadanos para elegir. Reflexionar en esta semana santa sobre, la preferencia de la propuesta por encima de la agresión, de los hechos por encima de la retórica que busca emoción, para generar odio y no construcción.