Por:
Óscar Barreto Quiroga
La Universidad del Tolima, sin duda representa uno de nuestros grandes patrimonios, máxime en tratándose del camino que recorre hace unos años, apartándose de la ideologización, encontrando una eficiencia administrativa y financiera, pero sobre todo la excelencia académica, certificada y reconocida.
Recuerdo otrora el alto déficit con el que recibimos la Universidad, el nepotismo y el gasto excesivo, así como también los establecimientos internos, que dominaban hasta las casetas de comida o fotocopiadoras, muchos de esos que hablan de lucha de derechos en la Universidad del Tolima, violaban todos los deberes ciudadanos y se imponían desde el uso de la fuerza o en la amenaza soterrada a los directivos. Conocimos miles de historias; entiende uno como demócrata que los claustros educativos son para la formación del conocimiento con ánimo crítico, pero también con la libertad de catedra determinada está, en el respeto y el criterio de cada ciudadano. La formación y la discusión académica, sobre todo, debe estar fundada en la comprobación científica en la demostración fáctica, en sembrar no solo conocimiento, sino inquietud de exploración, de investigación y análisis para encontrar la verdad o lo más cerca de ella, en pro de la construcción de una mejor sociedad.
Debe seguir la Universidad actuando con la independencia que lo hace, con su autonomía y autogobierno donde, por ejemplo, se elige a sus docentes de manera libre, después de evaluar sus calidades y cualidades académicas, muchos contradictores míos hoy gozan de ese privilegio y de la libertad de enseñar lo que se les sugiere académicamente, contrario sensu de lo que ellos dicen y hasta “enseñan”, sobre mi injerencia en las decisiones de nuestra alma mater. Los grupos de investigación deben tener mayor inversión, estos adecuarse a las necesidades de nuestra sociedad, en especial a la pertinencia de nuestro desarrollo económico y social en el Tolima.
Creo profundamente en el avance que hemos tenido en la Universidad, este no debe perderse en la discusión o confrontación ideológica en la cual está el país, el gran acuerdo sobre lo fundamental y la paz total, deben contener una visión de desarrollo económica y social, donde se generen condiciones de acceso a la educación pública en la básica primaria, secundaria, técnica y superior, que privilegien a los que menos tienen, de la misma manera, que premie a los mejores y a los que más trabajan. No podemos seguir subsidiando a los que les gusta la plata y los privilegios, pero no estudiar, menos trabajar.