Opinión

A propósito de trabajo, trabajemos por Ibagué

Por: JORGE LUCIANO BOLÍVAR

Junto a Quibdó, Valledupar y Armenia, actualmente Ibagué ocupa los primeros lugares de las ciudades en Colombia con mayor índice de desempleo según el DANE. Aunque la estadística es reciente, hace varios años nos han venido clasificando en ese podio poco favorable, y ello obedece a diferentes factores que no mejoran con el tiempo, ni con el pasar de diferentes gobernantes. No hay grandes industrias, hay demasiada informalidad, hay pocas empresas (y las que hay no han recibido el apoyo gubernamental esperado), pero al igual que en otras ciudades del país, los mejores sueldos y opciones para laborar se encuentran en lo público, y ello va estrechamente ligado a las dinámicas políticas y electorales de la región. En otras palabras: en la mayoría de esos casos no se priorizan los requerimientos académicos y técnicos de los ibaguereños, sino las preferencias políticas y las recomendaciones de los altos dignatarios.

Durante nuestro ejercicio público de más de 20 años recorriendo las calles y comunas de Ibagué, justamente uno de los reclamos que más hemos escuchado es el que tiene que ver con las pocas opciones laborales en la ciudad musical de Colombia. De allí que la taza de informalidad haya alcanzado un preocupante 47% entre noviembre del año pasado y enero del presente año.

Y es que basta con recorrer la calle tercera a donde propios y extraños han encontrado hace años el lugar perfecto para el rebusque de la venta de arepas, empanadas, escobas, juguetes, jugos, vasos, velas, etc. Lamentablemente los vendedores ambulantes se han apropiado de dichos espacios, y aunque eso le reste estética y funcionalidad a la denominada “calle bonita”, aquello es simplemente el reflejo de lo que viven nuestros paisanos respecto al campo laboral. El reto entonces es reducir la informalidad y desde luego la tasa de pobreza monetaria a través de diferentes estrategias.

En ese orden de ideas hemos venido proponiéndoles a los ibaguereños varias cosas, entre ellas, la creación de la secretaría de la juventud, para que confiemos más en esos jóvenes inquietos que están formándose en las diferentes universidades e institutos o que talvez no han tenido la oportunidad de acceder a la educación formal, pero han logrado ante la adversidad montar un negocio o emprendimiento. Tenemos que erradicar esa costumbre equivocada de pedirles años y años de experiencia a nuestros jóvenes, que pueden ser excelentes en lo que hacen, pero no tienen el tiempo de experiencia requerido, y por ese simple hecho son descartados de opciones en donde pueden desempeñar un buen papel. ¿Cómo pueden adquirir esa experiencia si no se les contrata justamente por no tener experiencia? Pareciera un absurdo.

Tenemos que pensar en apoyar decididamente a los empresarios, especialmente a los medianos y más pequeños. Desafortunadamente en Ibagué se les ha perseguido y sofocado como si aquellos que generan empleo fueran enemigos de la ciudad. Vamos a invitar a quienes fomentan el desarrollo empresarial a pensar en más proyectos e ideas de inversión con mano de obra netamente ibaguereña.

No podemos seguir desaprovechando la ubicación estratégica que tiene Ibagué en la geografía colombiana. Tenemos una amplia oferta gastronómica, hotelera, y uno de los sectores más fortalecidos como el de la construcción, pero ni con eso hemos podido lograr salir de los deshonrosos podios de desempleo, ni encontrar el norte de lo que somos. Somos ciudad musical, pero a veces también nos quedamos cortos en eso. Tenemos potencialidades y hasta visitantes por doquier, pero nos falta mejorar en atención y servicio al cliente y cultura organizacional y ciudadana.

La tarea resulta siendo creernos el cuento de lo que somos y lo que tenemos. Creemos firmemente en que nuestra Ibagué puede ser una ciudad multipropósito en donde podemos fomentar nuestras fortalezas, potencializarlas y ser una ciudad destino 250 días, con una variada agenda cultural, deportiva, empresarial, educativa, de la salud. No podemos dejar de vender (en el buen sentido) lo que somos y lo que hemos querido ser y aquello tiene que ver también con una ciudad reconciliada, alejada de toda disputa personal o sectaria.

Mi invitación es a que creamos en Ibagué, pero especialmente creamos en los ibaguereños que a diario están trabajando por una ciudad mejor. Unidos podemos hacerlo. Podemos hacer de Ibagué, una ciudad productiva.