Opinión

Falacias y campañas

Por estos días donde la campaña electoral se agita logrando calentar los ánimos y sensibilizar los ciudadanos se ven muchas cosas: verdades, mentiras, actos desesperados, buenos actos, capacidad, mediocridad, pero eso sí, muchas ganas de victoria. Ese cumulo de circunstancias donde se ve lo mejor y lo peor de los candidatos y los ciudadanos llegará a su final el próximo 29 de octubre cuando nuestro sistema democrático entregue los resultados para contarnos oficialmente quienes fueron los ganadores y quienes los perdedores.

Soy un creyente ferviente de la institucionalidad, esa que interpreta el orden y la legalidad, impartiéndola como justicia, garante de derechos para todos por igual, de allí que me preocupen en demasía los juicios paralelos que, por interpretación, a priori o como idiotas útiles, hacen algunos a razón de menguar rivales políticos o sicariar contradictores, creyendo que esto les dará réditos electorales. Pululan en campaña los mercachifles de la política inocentes o perversos, vociferando falacias, calumniando o simplemente diciendo algo que les permita algún impacto electoral.

Recuerdo cuando al inicio de nuestro gobierno, recibimos la Universidad del Tolima, con un déficit superior a los 24 mil millones de pesos, un nepotismo clientelar que desangraba las arcas del presupuesto de nuestra alma mater, los famosos P18, cargos creados para satisfacer apetitos devoradores de aquellos que se hacen llamar los dueños de la moral, un Hospital Veterinario sumido en la corrupción y el abandono y que no decir de la calidad puesta en entredicho por esa caterva de manipuladores que acumulan títulos pero de la misma manera mediocridad (algunos pocos). Logramos en nuestro gobierno aumentar las transferencias del departamento al alma mater en más del 143%, como nunca invertimos recursos que beneficiaron a la universidad para desarrollar proyectos de CTeI, financiamos con gratuidad educativa una cifra superior a los 30 mil cupos, hoy tenemos una universidad acreditada en alta calidad, con superávit, que goza de autonomía y autogobierno, no de otra forma allí existirían directivos y catedráticos contradictores políticos de nuestro proyecto.

Estamos tranquilos por el deber cumplido, también por la evolución ciudadana que no cree en las falacias electoreras, tranquilos por los hechos que son la evidencia contra la fallida manipulación. Seguirán atacando, mientras nosotros seguimos trabajando. Por sus palabras los juzgareis y por sus obras los conoceréis.