En las actuales circunstancias de nuestra sociedad muchas acciones o cosas tienen precio otras tienen valor, entiéndase desde el sentido etimológico de la palabra, lo que tiene validez, lo que tiene verdadera importancia, en el caso de la política lo que tiene verdaderas repercusiones en los ciudadanos. Decir que algo es valioso tiene también que ver con la legitimidad y la legitimidad es el respaldo y el reconocimiento de los ciudadanos.
Algunos gastan su tiempo en destruir nosotros lo invertimos en construir, otros peor aún, se autodestruyen utilizando la falacia, la ofensa y la diatriba como instrumento para hacer política, a esos no solo los conoceréis por sus hechos sino por sus maledicencias. Siempre trae recompensas obrar bien, decir la verdad, aferrarse a la legalidad, a la institucionalidad y por supuesto en este ejercicio a los hechos. Nuestra sociedad actual sigue en continua evolución, destacándose más la agudización del sentido común ese que les indica a los ciudadanos quien solo asiste a ellos para servirse no para servirles y entonces aplican como la canción “yo quiero a la que me quiere y olvido a la que me olvida”.
Algunos son títeres de su propia soberbia y vanidad, otros con poder demuestran su verdadero valor tasándolo en precio y otros sencillamente son víctimas de la ideologización que satisface interés generando polarización. Muchos políticos y líderes tienen la reputación de distorsionar los hechos y manipular la información con el fin de promover sus propias agendas y obtener el apoyo de los votantes.
La cercanía con los ciudadanos, el respeto por ellos y el trabajo incansable, es el estilo que se impone para lograr resultados, lograr hechos tangibles, verdad, legitimidad y cariño, eso se refleja en la favorabilidad de quienes permanentemente acudimos al favor popular, al mandato ciudadano.
Que satisfactorio es librar batallas y que los mejores aliados sean aquellos con los cuales codo a codo construimos esperanza y esa esperanza la convertimos en realidad; obtener victorias es trazarse nuevas metas, generar entusiasmo y esperanza para que el rigor de los hechos genere propósitos comunes y desde allí se consolide esa relación mutua verdaderamente vale.