Por: Óscar Barreto Quiroga
La teoría de la combinación de formas de lucha fue una de las terribles estrategias que utilizaron las FARC, en el desarrollo de su cruenta lucha, secuestrar, matar, bombas, extorsión, reclutamiento de menores, entre otros, fueron hechos que golpearon nuestra sociedad de manera brutal y dejaron una cicatriz imborrable.
Hoy esas combinaciones de formas de lucha en muchos espacios y oficios de la sociedad, inventaron el sicariato moral; acabar con la honra, la dignidad, las familias y el buen nombre de las personas, es tarea de algunos que, por odio personal o político sin control, ni consideración, descargan su furia y falacias en las redes sociales. Se hace urgente avanzar en la protección de la dignidad humana, de la honra y por supuesto de la integridad de los ciudadanos, so pena de legitimar estos asesinatos disfrazados de libertad de expresión. Y esto lo digo en medio de esa polarización, donde sin piedad se dispara no balas, sino frases que, de lado y lado, pasan los mínimos legales y de consideración moral por las personas, sin importarles su integridad y sus familias.
Lo anterior sin contar la falta de controles a los perfiles falsos o las noticias falsas con disfraz de verdad, que permanentemente encontramos en todas las redes sociales. Ha hecho carrera por ejemplo que se abran perfiles con nombres rimbombantes, en algunos casos haciéndose pasar como periodistas, dejando por sus formas, ataques e inmundicia a un lado mínimos conceptos éticos y sanos principios, que permitan informar o comunicar de manera sana, constructiva y ética. La criminalización y el sicariato moral desde las redes a personas, circunstancias u oficios, se volvió pan de cada día, sin que encontremos en nuestra justicia una protección efectiva y clara, frente a tan grave situación.
Hay que cuidar en demasía el ejercicio de la libre expresión, pero también cuidar la utilización de este sagrado derecho como excusa o trinchera, para disparar por odio o ideología. Colombia requiere una justicia poderosa frente a estos nuevos fenómenos sociales, atentatorios contra la integridad y la dignidad de los ciudadanos.