Opinión

La Ibagué que soñamos

Siempre que llega el 14 de octubre, los ibaguereños nos sentimos orgullosos y contentos. Haber nacido aquí es un privilegio y un motivo inmenso para agradecerle a Dios y a la Virgen del Carmen. En mi caso, ser ibaguereño y que mis hijos lo sean, es mi mayor satisfacción y lo que me mueve a trabajar a diario por esta tierra.

Celebrar cada cumpleaños de nuestra Ibagué del alma, es también pensar en todos aquellos regalos que quisiéramos darle a nuestra ciudad, que tanto requiere de liderazgo y autoridad, para salir del atraso y del deterioro al que desafortunadamente la han llevado las malas administraciones. Quisiéramos regalarle a Ibagué la promesa de que todo será mejor, pero también la esperanza de un mañana con empleo, vivienda digna, agua potable, vías conectoras, y lo más importante, la certeza de que Ibagué siga siendo el destino preferido por cientos de  compatriotas que vienen a Ibagué porque reconocen sus virtudes y porque se creen el cuento que algunos propios no se han creído. Tenemos una ciudad maravillosa, llena de gastronomía, arte y cultura, pero desafortunadamente quienes han ostentado el poder no lo han sabido aprovechar.

Yo me sueño con esa Ibagué moderna, productiva, amable, educada y sobre todo, empoderada. De aquí han salido grandes personalidades, artistas, deportistas, actores, actrices, futbolistas, porque tenemos un potencial enorme al que hay que apostarle desde la administración pública con compromiso y humildad. Nuestra ciudad no puede seguir siendo hurtada, ni en el atraso de las polémicas innecesarias, pero sobre todo del despilfarro de los recursos, del aprovechamiento de un cargo para hacer y deshacer con los espacios y bienes públicos como ha sucedido con el Estadio Murillo Toro, con el Aeropuerto Perales, y con los artistas que se contratan justamente para estas fechas del cumpleaños de la ciudad, quienes extrañamente terminan cantando y tocando en fiestas privadas y círculos cerrados con candidatos afines a la administración municipal.

Nosotros queremos regalarle a Ibagué toda nuestra capacidad de trabajo. Entregarle alma, corazón y vida para que los ciudadanos se sientan felices y tranquilos todos los días del año. Ese es el sueño que tenemos, que Ibagué renazca y no siga con el rumbo del continuismo y las decisiones equivocadas movidas por el ego y la falta de humildad.

La Ibagué que queremos es la Ibagué cívica en la que todos los ciudadanos se sientan comprometidos a transformarla, porque esto no es de un alcalde o un gobernador. Una ciudad se construye con las comunidades, en los territorios, y con la participación y concurso de todos y todas. Ayúdenme a construir esa ciudad. Ayúdenme a que Ibagué renazca y podamos demostrarle a la gente, que pueden volver a creer en la administración pública. ¡Podemos hacerlo!