Opinión

Cambio histórico para el campo

"Sólo cuando se es propietario de la tierra que se trabaja, se genera en el individuo el incentivo para aportar al desarrollo de su economía."

Por: Giovanny Molina Correcha

 

Avanza la campaña electoral y son muchos los que como candidatos se presentan frente a un electorado que clama en silencio expectante, propuestas concretas para un gran cambio social. Son todo tipo de aspirantes, provenientes de diversas esquinas del panorama político nacional; algunos, jefes de clientelas electorales con aspiraciones estrictamente particulares, algunos, representativos de minorías, otros, difusos y opacos en su orientación ideológica, y unos pocos, con programas y propuestas claras de lo que el Congreso de la República debe ser y hacer para ser verdadero orientador de la vida nacional.

Y mientras, frente a ese país político, un país lleno de trabajadores, estudiantes, madres cabeza de familia, empresarios y profesionales, esperando anhelantes que el Estado finalmente cumpla con su rol de promotor activo del desarrollo y el progreso, de protagonista en la lucha contra las profundas desigualdades.

Lo cierto es que, en medio de tal situación, avanzando la campaña electoral, no observamos candidatos que propongan aspectos y temas concretos, que resalten problemáticas claves en el devenir social y acompañen su discurso de planteamientos y propuestas concretas para enfrentarlas.

En lo que al país rural se refiere, el de los campesinos y agricultores, no debemos jamás perder de vista que la historia del país, y particularmente la de nuestro Departamento del Tolima, enfrenta muchas de tales problemáticas, incluida la de la tenencia y propiedad de la tierra, en medio de una lucha librada durante décadas en torno a ella.

De hecho, es innegable como parte de nuestro pasado político, que la lucha por la tierra ha sido uno de los factores determinantes en la violencia rural del país y del Tolima, y desde los inicios de la llamada violencia política, en la década de los 50, fue evidente, que la lucha y el clamor por la tierra, era una de las reivindicaciones básicas de una gran masa de campesinos que soñaba con ser propietaria del suelo que con sacrificio labraba para derivar su sustento.

Es en ese contexto en el que cobra capital relevancia lo que Oscar Barreto Quiroga ha lanzado como propuesta en el curso de su campaña al Senado de la República, para impulsar nuevamente los mecanismos de titulación de tierras en favor de los poseedores rurales, para que aquellos que cuenten con posesiones suficientes en el tiempo, conforme a los términos legales, puedan convertirse en propietarios de los predios respectivos, mediante facultades conferidas a los alcaldes para realizar la correspondiente titulación.

No sin razón en repetidas ocasiones el propio doctor Barreto Quiroga ha resaltado la fundamental necesidad, para la consistencia y solidez de una democracia, de un país de propietarios, y particularmente, de propietarios rurales.

Esa visión, con la que todos soñamos, es a fin de cuentas no más que la simple expresión de una necesidad humana vital, de un instinto humano natural e innegable, cuando entendemos la propiedad como el gran estímulo que fortalece la autoestima individual, y en consecuencia, el emprendimiento individual del que está hecho el crecimiento de una economía, y que le brinda a cada miembro de la sociedad un motivo para superarse a sí mismo y aportar al desarrollo de su comunidad. Sólo cuando se es propietario de la tierra que se trabaja, se genera en el individuo el incentivo para aportar al desarrollo de su economía con su esfuerzo individual, y se genera en él el interés para preservar la paz y la convivencia.

Por esa razón, celebramos con entusiasmo de patria, que existan todavía en el Departamento del Tolima líderes como el doctor Barreto con propuestas concretas de cara a las grandes dificultades sociales y económicas de nuestro país. Propuestas que son consecuencia de una interpretación objetiva y experimentada de la realidad social y económica, que generan fundada esperanza de un verdadero cambio social.